Saltar la navegación

Técnicas para mejorar nuestra resiliencia

Auto-observación + Autoconocimiento + Dedicarte tiempo

Conocernos mejor y fortalecer nuestras cualidades nos permiten una adaptación positiva al cambio.

 

Cuida cómo te hablas, qué te dices. Confía en tus capacidades

Háblate con cariño, con respeto. Sé flexible contigo mismo o contigo misma, tolera tus momentos de malestar sin culparte por sentirlos. Permítete sentir. Equilibra tus recursos, sin caer en la autoexigencia o el perfeccionismo, respetando tus ritmos, sin dejarte arrastrar por la presión, recordándote tus capacidades.

Humor y sonrisa ante las dificultades

Fomenta las emociones placenteras, los momentos agradables, distendidos, divertidos. Te ayudarán a desconectar, a liberar tensión y a coger fuerzas. Fomenta las ilusiones, las motivaciones y la esperanza.

 

Busca un aprendizaje, un enfoque positivo ante la adversidad

Una dificultad puede ser una oportunidad para aprender y entrenar tus capacidades. No te centres en el problema y en la queja. Ve en la búsqueda de soluciones. Aprende de la experiencia.

“La adversidad tiene el don de despertar talentos que en la prosperidad hubiesen permanecido dormidos”. Horacio

 

Salud emocional + Equilibrio Emocional

Identifica, analiza y regula lo que sientes.

Todo es emoción, tú eres emoción, las emociones guían tus decisiones, tus motivaciones y tus ilusiones. Aprende a identificarlas, a regularlas, a tolerarlas, a aceptarlas, a racionalizarlas, para decidir TÚ cómo quieres vivir, fomentando tu bienestar y tu serenidad.

Comparte emociones. Fomenta la expresividad

Las personas resilientes liberan sus emociones ante situaciones adversas, expresan lo que sienten y piensan, y lo hacen sin generar daño a otras personas. Esto les ayuda a liberar tensión acumulada. Es muy inteligente dejarse ayudar y pedir ayuda cuando la necesites.

 

Contacto social

Elige con quién quieres vivir, quién quieres que te acompañe, con quién quieres crecer, aprender y compartir tu tiempo. Elimina los deberías, las obligaciones y presiones auto-impuestas. El contacto social te hace tener una mente más abierta, más flexible, más tolerante ante las circunstancias.

 

Pon límites al control. Tolera la incertidumbre

Es normal querer tener certidumbres, certezas, la seguridad y la tranquilidad de saber lo que va a ocurrir, pero no es posible, no lo es tenerlo todo bajo control.

 

Cuídate, mejora tu salud física

El exceso de cortisol (provocado por el sufrimiento psicológico mantenido en el tiempo) empeora tu resiliencia, incrementando el estado de hiperalerta, disminuyendo el pensamiento asertivo, la proactividad y afectando físicamente a las respuestas inmunes.

Una persona resiliente se cuida diariamente para contrarrestar los efectos que generan las situaciones de adversidad.

 

Sé realista

 

En la vida suceden acontecimientos tanto positivos como negativos, la vida es una cambio constante, esta es una de sus maravillosas cualidades. No caigas en la personalización “no todo te pasa a ti”.

 

Cuida a dónde llevas tu atención

Algunas emociones, como la ansiedad, la inquietud, el nerviosismo o el enfado, pueden dificultarnos a la hora de interpretar la realidad. Dependiendo de en dónde enfoquemos nuestra atención, con qué nos quedemos, qué filtremos…, nos sentiremos de un modo u otro. Intenta tener una visión de conjunto y céntrate en los racional y objetivo y no sólo en tu interpretación.

 

 ¡Vive! Que el miedo no condicione tu vida

Dejemos de sentirnos atrapados por nuestros pensamientos anticipatorios, y por las emociones como el miedo, la impotencia o la vulnerabilidad, y trabajemos diariamente para aceptarlas y regularlas, coger las riendas de nuestra vida y sentirnos más libres. Vivamos el día a día.